DAX
Economía
ANTICIPAN PURGA ENTRE MIEMBROS NACIONALISTAS DEL ELENCO GOBERNANTE
lunes 10 de Abril de 2017Wall Street, todavía a prueba de misiles
Expertos apuestan y rezan a que la llegada de los balances corporativos a la Bolsa norteamericana mitigue el sorpresivo impacto del ataque a Siria.
José Siaba Serrate
La presidencia Trump es la dimensión
desconocida. Y, como se sabe, allí todo es posible. Que se niegue una
intervención militar en Siria, y que a la semana siguiente se le
despache una lluvia precisa de 59 misiles Tomahawk. Que se forje una
relación especialísima con la Rusia de Vladímir Putin y se haga trizas
con el súbito bombardeo. Que el presidente chino Xi Jinping se aloje en
Mar a Lago, el feudo personal del magnate inmobiliario, y que sea un
invitado de lujo al espectáculo fuera de programa. Una cena, sin dudas,
inolvidable. Pero no tiene por qué ser la última. Si el show debe
continuar, la Casa Blanca ya avisó que Corea del Norte, el chico malo
que protege Pekín, es merecedor de una reprimenda. Es imposible pasar
por alto el golpe drástico de timón del presidente, un viraje brusco
para zafar a su Gobierno del atasco. Sorpresa mediante, a caballo de una
política exterior en las antípodas de la que publicitó hasta el
cansancio, Trump cortó vínculos y se escapó por la tangente en busca de
su destino.
Trump, es un decir, mató varios pájaros de un tiro. Tal vez convenga comenzar la lista de caídos en desgracia con Stephen Bannon, su estratega principal de campaña, desplazado del Consejo Nacional de Seguridad un día antes de la opción balística. No nos sorprenda una purga de otros miembros nacionalistas del elenco gobernante, y el ascenso de los "globalistas" o "demócratas", como con sorna los llama Bannon, liderados por el yerno Jared Kushner, y las cabezas del equipo económico, Steven Mnuchin, y Gary Cohn (todos ellos, como el presidente, otrora contribuyentes al partido de la oposición). Se diría que el fracaso del reemplazo del Obamacare (y en las encuestas de opinión), y el ominoso futuro que flota sobre las reformas pendientes, pasó factura. Quizás se deba tachar la revolución, y ponerle énfasis a la construcción de una coalición realista que pueda ser eficaz en el tránsito por el Congreso. La confirmación de Neil Gorsuch como juez de la Corte Suprema (con el apoyo de 54 senadores republicanos y 2 demócratas) arroja una pista.
Los mercados, en ayunas, soportaron bien la andanada de Tomahawks. Después de todo el blanco era Siria y no Wall Street. Más complicado les resultó asimilar, corrido el telón de las minutas, la artillería que disparó la Fed. Los Yellenhawks apuntaron al corazón de la Bolsa. Se sabía que el banco central deseaba iniciar el camino de la reducción de su hoja de activos, que se multiplicó más de cinco veces tras la caída de Lehman, pero no se conocía la prisa por comenzar antes que termine el año. Sin embargo, la munición dañina fue la objeción al nivel de las cotizaciones de Wall Street aunque careció de la crudeza de la famosa "exuberancia irracional" que espetó Alan Greenspan en diciembre de 1996. Algunos miembros de la Fed -no todos, no la mayoría, no necesariamente Janet Yellen- estiman que los precios son "demasiado elevados" (opinión compartida, vale decir, por una legión de profanos). Con tanto misil surcando los cielos, la advertencia podría adosarle un techo temporario a las aspiraciones de la Bolsa. En rigor, desde que se escribieron las minutas, el S&P 500 y el Dow Jones Industrial trocaron a un modo de pax lateral (el fervor se mudó al Nasdaq y otros mercados del exterior).
Nunca más oportuna pues la llegada de la temporada de balances. Allí las compañías podrán montar un contraataque si sacan a relucir la explosión esperada. Según las previsiones de los analistas, en su última versión, las ganancias por acción crecieron el 8,9% interanual en el primer trimestre. Si el pasado es prólogo, las ganancias que se informarán serán todavía mayores. Un incremento final del 12% no debería sorprender. ¿Alcanza para contrarrestar el cuestionamiento de la Fed? La exuberancia irracional de Greenspan, después de todo, no torció el rumbo de los papeles, que siguieron en alza, de prepo, cinco años más. Lo importante será medir el giro de Trump y sus verdaderos alcances. La hipervaluación tiene cura, otra que el infarto. Habrá que ver si el gobierno -al comando de los mesurados- concreta el maná de la baja de impuestos y la desregulación. O sea, la promesa sanadora del colesterol bueno.
Trump, es un decir, mató varios pájaros de un tiro. Tal vez convenga comenzar la lista de caídos en desgracia con Stephen Bannon, su estratega principal de campaña, desplazado del Consejo Nacional de Seguridad un día antes de la opción balística. No nos sorprenda una purga de otros miembros nacionalistas del elenco gobernante, y el ascenso de los "globalistas" o "demócratas", como con sorna los llama Bannon, liderados por el yerno Jared Kushner, y las cabezas del equipo económico, Steven Mnuchin, y Gary Cohn (todos ellos, como el presidente, otrora contribuyentes al partido de la oposición). Se diría que el fracaso del reemplazo del Obamacare (y en las encuestas de opinión), y el ominoso futuro que flota sobre las reformas pendientes, pasó factura. Quizás se deba tachar la revolución, y ponerle énfasis a la construcción de una coalición realista que pueda ser eficaz en el tránsito por el Congreso. La confirmación de Neil Gorsuch como juez de la Corte Suprema (con el apoyo de 54 senadores republicanos y 2 demócratas) arroja una pista.
Los mercados, en ayunas, soportaron bien la andanada de Tomahawks. Después de todo el blanco era Siria y no Wall Street. Más complicado les resultó asimilar, corrido el telón de las minutas, la artillería que disparó la Fed. Los Yellenhawks apuntaron al corazón de la Bolsa. Se sabía que el banco central deseaba iniciar el camino de la reducción de su hoja de activos, que se multiplicó más de cinco veces tras la caída de Lehman, pero no se conocía la prisa por comenzar antes que termine el año. Sin embargo, la munición dañina fue la objeción al nivel de las cotizaciones de Wall Street aunque careció de la crudeza de la famosa "exuberancia irracional" que espetó Alan Greenspan en diciembre de 1996. Algunos miembros de la Fed -no todos, no la mayoría, no necesariamente Janet Yellen- estiman que los precios son "demasiado elevados" (opinión compartida, vale decir, por una legión de profanos). Con tanto misil surcando los cielos, la advertencia podría adosarle un techo temporario a las aspiraciones de la Bolsa. En rigor, desde que se escribieron las minutas, el S&P 500 y el Dow Jones Industrial trocaron a un modo de pax lateral (el fervor se mudó al Nasdaq y otros mercados del exterior).
Nunca más oportuna pues la llegada de la temporada de balances. Allí las compañías podrán montar un contraataque si sacan a relucir la explosión esperada. Según las previsiones de los analistas, en su última versión, las ganancias por acción crecieron el 8,9% interanual en el primer trimestre. Si el pasado es prólogo, las ganancias que se informarán serán todavía mayores. Un incremento final del 12% no debería sorprender. ¿Alcanza para contrarrestar el cuestionamiento de la Fed? La exuberancia irracional de Greenspan, después de todo, no torció el rumbo de los papeles, que siguieron en alza, de prepo, cinco años más. Lo importante será medir el giro de Trump y sus verdaderos alcances. La hipervaluación tiene cura, otra que el infarto. Habrá que ver si el gobierno -al comando de los mesurados- concreta el maná de la baja de impuestos y la desregulación. O sea, la promesa sanadora del colesterol bueno.